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martes, 29 de diciembre de 2009

Paul von Lettow-Vorbeck (II): Guerra de guerrillas

En una entrada anterior habíamos contado como Paul von Lettow-Vorbeck había recibido el mando de las fuerzas alemanas en África Oriental, la Schutztruppe, poco antes del comienzo de la I Guerra Mundial. A pesar de la desproporción de fuerzas, von Lettow rechaza el primer intento de invasión británica en la batalla de Tanga.

Von Lettow pronto se dio cuenta de que era inútil esperar refuerzos ni material desde la metrópoly. Estaba solo, rodeado de territorio hostil y con los británicos dominando las aguas, pero aún así se esforzó en hacer todo lo posible para ayudar a su país. Era consciente de que África era un teatro de operaciones secundario; la guerra iba a decidirse en los campos de batalla de Europa. Decidió entonces que su mejor contribución a la victoria de Alemania era convertirse en una constante molestia para los aliados: cada hombre destinado contra él sería un soldado menos luchando en Europa.

Los alemanes se dedicaron a hostigar las comunicaciones entre los territorios británicos. Al mismo tiempo von Lettow reclutaba nuevos soldados para su Schutztruppe llegando hasta los 14.000 hombres, el 90% de ellos africanos. Del crucero alemán SMS Königsberg rescata sus piezas de artillería, ordenando a los talleres  de Dar es Salaam que construyan carros para transportarlas. Serían las mayores piezas de artillería de todo el frente de África Oriental.

Cañones del Königsberg en tierra. Foto tomada de Wikipedia.

En los primeros combates von Lettow aprende una dolorosa lección: la victoria no compensa la pérdida de hombres bien entrenados que no puede reemplazar. Desde entonces optará por evitar el enfrentamiento directo.

martes, 22 de diciembre de 2009

Paul von Lettow-Vorbeck (I): Comienza la guerra en África

Empiezo aquí una serie de entradas dedicadas a contar la historia de Paul von Lettow-Vorbeck, comandante de las fuerzas alemanas en África del Este durante la I Guerra Mundial y considerado como uno de los mejores estrategas de la guerra de guerrilla de la historia. Tras mantener en jaque durante toda la contienda a fuerzas que multiplicaban varias veces su número, viviendo del terreno y combatiendo con las armas que arrebataba a sus enemigos, se rindió al finalizar la guerra sin haber perdido una sola batalla.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Juicio de Dios (o casi)

En la Edad Media, un juicio de Dios u ordalía consistía en someter al acusado a una prueba en la que, de ser inocente, sería ayudado por Dios. Solía basarse en algo relacionado con el fuego, como sujetar un hierro candente (de ahí la expresión poner la mano en el fuego); si el reo era inocente Dios le libraría de las quemaduras.
Una variante del juicio de Dios, que es la que nos interesa hoy, era el duelo de Dios, en la que dos ejércitos confiaban la suerte de la batalla a un enfrentamiento entre dos campeones. Evidentemente Dios no permitiría que resultarse vencedor quien no lo mereciera.
Hoy quiero contaros una de las últimas apelaciones a un juicio de Dios para resolver una guerra entre dos reyes: Carlos de Anjou, rey de Sicilia, y Pedro III de Aragón. Ahora bien, una cosa era acordar un juicio de Dios y otra muy distinta estar dispuesto a someterse a él. Dejad que os ponga un poco en situación:
En 1282 Sicilia es un campo de batalla entre Carlos I de Sicilia y Pedro III de Aragón. Los sicilianos se habían rebelado contra el primero y llamado al segundo en su ayuda. Pero ninguno de los dos reyes es lo bastante fuerte como para doblegar al otro, el conflicto se alarga y los fondos de ambos empiezan a agotarse. En estas circunstancias Carlos I hace llegar una oferta a su rival: que la guerra se decida mediante un enfrentamiento entre ambos reyes. Como Pedro es quince años más joven, acuerdan que cada bando elija a cien campeones para acompañar a su soberano.
Conforme se acerca la fecha señalada los dos reyes están cada vez menos convencidos de la idea. Sin embargo, echarse atrás acarrearía un gran desprestigio, así que hay que llevar la comedia hasta el final. Ambos reúnen a sus caballeros y se dirigen hacia Burdeos, lugar elegido como sede del duelo. A partir de aquí os remito a la narración que hace Sir Steven Runciman en su libro Las Vísperas Sicilianas:
"La fecha del combate se había fijado para el 1 de junio, pero, desgraciadamente, no se había determinado la hora. El rey Pedro y su gente llegaron por la mañana temprano a la liza y no encontraron a nadie. Sus heraldos anunciaron formalmente su presencia. Después, Pedro regresó a su alojamiento y publicó una declaración en la que decía que su contrincante no se había presentado en el lugar fijado. Por tanto, la victoria era suya. Unas horas más tarde, el rey Carlos llegó con todo su séquito y siguió exactamente el mismo procedimiento. Él también había conseguido la victoria. Los reyes rivales salieron de Burdeos unos días después, llamándose mutuamente cobardes que no se habían atrevido a enfrentarse al juicio de Dios."

Pedro III buscando al pérfido francés.
(En realidad se trata de Pedro III en el collado de las Panizas, por Mariano Barbasán.)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Una corona inesperada

La suerte, siempre se ha dicho, es caprichosa, y de vez en cuando se divierte agitando el árbol de la Historia, haciendo caer frutos que parecían no estar aún maduros. Esto sucedió con la caida del Imperio Latino de Oriente, perdido de manera imprevista por un golpe de buena (o mala) suerte.

Pongámonos un poco en situación: a principios del S. XIII la Cuarta Cruzada, cuyo primer objetivo era Egipto, derivó gracias a las intrigas venecianas en la conquista y saqueo de Constantinopla. Fue la primera vez en 900 años que la ciudad era tomada por un enemigo exterior. Sin duda una forma bastante cruel de agradecer al Imperio Bizantino que durante varios siglos hubiera hecho de barrera ante las acometidas de distintos pueblos venidos de Asia, dando tiempo a los reinos europeos a consolidarse.

lunes, 2 de noviembre de 2009

El coste de la liberación

Según leo en El día D, de Antony Beevor, durante la II Guerra Mundial murieron 70.000 civiles en Francia por la acción de los aliados, esta "cifra excede el número total de víctimas británicas a causa de los bombardeos alemanes".

Dos terceras partes de estos muertos se debieron a los bombardeos previos al desembarco de Normandía y a las operaciones inmediatamente posteriores, cuando los aliados atacaron las ciudades y pueblos situados en las principales rutas hacia la costa para dificultar la llegada de refuerzos alemanes

domingo, 11 de octubre de 2009

La Cuarta Cruzada (2)

En una entrada anterior ya comentamos como los cruzados se concentraron en 1202 en Venecia, con la que había acordado el uso de su flota, antes de partir hacia Egipto. Pero el número de alistados fue menor del esperado y no lograron reunir el dinero prometido a los venecianos. Desesperados, y ante la amenaza de ver cortados sus suministros, aceptaron la propuesta veneciana de suspender parte del pago a cambio de ayudarles a conquistar la estratégica ciudad de Zara, en manos del rey de Hungría. La toma de Zara supuso el uso de un ejército cruzado contra un rey cristiano, lo que les valió la excomunión del Papa, que luego se restringió sólo a los venecianos. Pero eso era sólo un esbozo de que este ejército de Dios sería capaz de hacer.
El Dogo de Venecia en ese momento era Enrico Dandolo. Había sido elegido con setenta años y era prácticamente ciego, pero aún así contaba con una gran energía y había decidido acompañar a la expedición. La historia de su ceguera se relaciona con un episodio no muy claro en sus tiempos de embajador en Constantinopla, que le había provocado un serio resentimiento hacia los bizantinos. Dandolo convenció a los cruzados de pasar el invierno en Zara, mientras buscaba la manera de desviarlos de su objetivo. Venecia había firmado hacía poco un acuerdo comercial con Egipto y no tenía ningún interés en atacar a su socio.
La solución le vino en bandeja cuando apareció en el campamento Alexius IV, hijo del anterior emperador bizantino y sobrino del actual, que había alcanzado el poder tras derrocar y encarcelar a su hermano. Alexius IV había logrado escapar de prisión, y tras un periplo por Europa acabó en Zara ofreciendo a los cruzados el oro y el moro a cambio de ayudarle a derrocar a su tío. Sin embargo, el precio que tendrían que pagar él y su país por esta ayuda sería mayor del que Alexius podía imaginar.

domingo, 4 de octubre de 2009

La Cuarta Cruzada (1)

A pesar de que aún mantienen un cierto halo romántico, las cruzadas, como toda guerra, estuvieron plagadas de sangrías y hechos vergonzosos. Pero dentro de su leyenda negra posiblemente el lugar más destacado lo ocupe la Cuarta Cruzada: una expedición contra el infiel que acabó, por medio de engaños, bañándose en la sangre de miles de cristianos.
Venecia, año 1202. Un ejército cruzado acampa en la pequeña isla del Lido, esperando a embarcar hacia Egipto. Señalado como el punto débil del sultanato islámico, Egipto se cree peor defendida que Siria, es una provincia muy rica y una buena base desde donde acometer sobre Palestina.
Los cruzados están hartos de esperar. Han acudido muchos menos de los que se esperaban y no tienen el dinero prometido a los venecianos a cambio del apoyo de su flota. Los venecianos son, ante todo, mercaderes, y no están dispuestos a poner en juego sus naves sin recibir una buena compensación. Además, amenazan con cortar los suministros si no reciben lo acordado.
Lo que los cruzados no saben es que  Venecia acaba de firmar un beneficioso acuerdo comercial con Egipto. Lo último que quiere ahora es un ataque contra su nuevo socio, con el que se ha comprometido a no emprender ninguna acción militar en su contra.
Cuando más tensa está la situación el Dogo de Venecia ofrece una solución a los líderes cruzados: llevarán a su ejército a pesar de que el pago no llegue al estipulado… a cambio de un favor. Hace no mucho que Venecia ha perdido la estratégica ciudad de Zara, en la actual Croacia, a manos del rey de Hungría. Los cruzados deberán ayudarles a recuperarla de camino a Egipto.
Esto supone usar el ejército de Dios para atacar a otro rey cristiano. Algunos se revelan contra la idea, pero los líderes de la cruzada, puestos entre la espada y la pared, aceptan. Cuando el Papa se entera ordena que se retracten, pero es demasiado tarde; cuando llega su mandato Zara ha caído. Enfadado, el Papa excomulga a cruzados y venecianos. Aunque luego reconsiderará su postura y mantendrá la excomunión sólo contra los venecianos, durante un tiempo se da la circunstancia de que un ejército creado para luchar en el nombre del Señor ha sido apartado de su Iglesia por su representante en la Tierra.
Y, sin embargo, la toma de Zara no era nada comparado con lo que venecianos y cruzados serían capaces de hacer más adelante.
Fuentes:
A History of Venice, de John Julius Norwich.
A History of the Crusades, de Steven Runciman.

lunes, 20 de julio de 2009

Hoy hace cuarenta años…

"Houston, Tranquility Base here. The Eagle has landed."

Hoy hace cuarenta años que el hombre ponía por primera vez un pie fuera de nuestro planeta.

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