La suerte, siempre se ha dicho, es caprichosa, y de vez en cuando se divierte agitando el árbol de la Historia, haciendo caer frutos que parecían no estar aún maduros. Esto sucedió con la caida del Imperio Latino de Oriente, perdido de manera imprevista por un golpe de buena (o mala) suerte.
Pongámonos un poco en situación: a principios del S. XIII la Cuarta Cruzada, cuyo primer objetivo era Egipto, derivó gracias a las intrigas venecianas en la conquista y saqueo de Constantinopla. Fue la primera vez en 900 años que la ciudad era tomada por un enemigo exterior. Sin duda una forma bastante cruel de agradecer al Imperio Bizantino que durante varios siglos hubiera hecho de barrera ante las acometidas de distintos pueblos venidos de Asia, dando tiempo a los reinos europeos a consolidarse.
Pongámonos un poco en situación: a principios del S. XIII la Cuarta Cruzada, cuyo primer objetivo era Egipto, derivó gracias a las intrigas venecianas en la conquista y saqueo de Constantinopla. Fue la primera vez en 900 años que la ciudad era tomada por un enemigo exterior. Sin duda una forma bastante cruel de agradecer al Imperio Bizantino que durante varios siglos hubiera hecho de barrera ante las acometidas de distintos pueblos venidos de Asia, dando tiempo a los reinos europeos a consolidarse.