Como ya hemos contado en anteriore entradas, Paul von Lettow-Vorbeck era el general al mando de las tropas alemanas en África Oriental cuando estalló la I Guerra Mundial. Tras una primera victoria al rechazar un desembarco inglés en Dar es Salaam, von Lettow se embarca en una guerra de guerrillas ante tropas muy superiores en número que logra su principal objetivo: distraer un gran número de soldados aliados de los campos de batalla de Europa. Sin haber perdido una sola batalla Lettow se rinde finalmente tras la capitulación de Alemania.
Tras el armisticio, von Lettow regresa a Alemania, donde desfila bajo la puerta de Brandenburgo al frente de algo más de un centener de sus Schutztruppe aclamado como un héroe. No sólo no ha perdido una sola batalla, sino que además ha sido el único general alemán en toda la contienda en invadir territorio inglés.
Desfile de von Lettow en Berlín. Foto tomada de Wikipedia.
Pasa unos años en el ejércido, durante los cuales reprime un levantamiento comunista y se une a un intento de golpe monárquico. Tras ello deja el ejército y entra como diputado en el Reichstag, dentro de un partido conservador. Los nacionalsocialistas intentan ganárselo para su causa y en 1936 llegan a ofrecerle la embajada en Gran Bretaña, pero von Lettow deja patente su aversión hacia Hitler, lo que le acarrearía ser marginado durante los siguientes años.
Durante los años veinte von Lettow traba amistad con Sir Richard Meinertzhage, y J. C. Smuts, oficial de inteligencia y comandante del ejército, respectivamente, que se enfrentaron a él durante la primera parte de la guerra. La amistad con J. C. Smut será particularmente estrecha y durará hasta la muerte de éste, en 1950.
El final de la II Guerra Mundial descubre a von Lettow empobrecido, con sus dos hijos varones muertos en la contienda, su casa en Bremen destruida y con dificultades para alimentar a su hija. Son tiempos difíciles, que logra capear gracias a los envíos de comida de Meinertzhage y Smut. Además Smut logra algo sin precedentes, al conseguir que los aliados le concedan una modesta pensión a un antiguo enemigo.
Con el establecimiento de la República Federal Alemana y la recuperación económica, von Lettow logra mejorar su situación. Desde entonces hasta su muerte en 1964 luchará porque el parlamento alemán pague los servicios prestados a sus antiguos askaris (soldados nativos).
Von Lettow volvió una vez a África. Fue en 1953, invitado por la viuda de Smut. Camino de Sudáfrica hace una parada en Dar es Salaam. Según cuenta Javier Reverte en su libro El Sueño de África:
"Allí esperaban, para recibir al héroe de la «gran guerra», las autoridades británicas, junto a una orquesta que le rendiría honores.
Pero el gobernador británico no había reparado en la presencia de un grupo de ancianos nativos entre la multitud que se agolpaba tras el cordón de seguridad. Apenas eran una docena y contemplaban atentos la maniobra del barco que enfilaba hacia tierra.
Cuando Lettow puso el pie en el muelle, la banda comenzó a tocar y el gobernador británico le estrechó la mano. En ese instante, los ancianos rompieron la barrera y se hincaron de rodillas ante Lettow. Eran askaris supervivientes de la Schutztruppe, soldados que habían dejado de luchar cuarenta años antes y que habían jurado seguirle hasta la muerte y permanecer junto al «invencible» para librar todas las guerras del futuro.
Lettow los abrazó uno a uno. Después, ellos le alzaron en hombros y, ante la mirada atónita de las autoridades británicas, lo pasearon por el muelle cantando en alemán Haya Safari, su viejo himno de combate."
Fuentes:
- El sueño de África de Javier Reverte.
- Los artículos sobre Paul Emil von Lettow-Vorbeck de Wikipedia, Tokencoins y Germany and the Great War.
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Me encantaría que pudieses colgar la última parte, me parece fascinante la historia de este hombre...
ResponderEliminarMuchas gracias!
¡Perdón! La última parte la colgué hace tiempo, pero se me había olvidado actualizar el vínculo.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado la historia, a mí me sorprendió y emocionó bastante cuando la descubrí.
Las batallas quedan en los libros de historia, los héroes en la memoria de la humanidad.
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