Hoy, en la ciudad, todos, absolutamente todos, se levantaron con granos de azúcar en los labios. Pero sólo se dieron cuenta los que, al despertarse, se besaron.
Anónimo
domingo, 18 de octubre de 2009
miércoles, 14 de octubre de 2009
Más aburrido
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Frases/citas
Mensaje en un constestador:
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De tornillos y tuercas
Escuchado en Amo tu cama rica (1992), de Emilio Martínez Lázaro."Hola Sara, soy Pedro. Quería decirte que ahora hago yo solo todas las cosas que antes hacíamos juntos. Y que es mucho más aburrido. Sobre todo hacer el amor"
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martes, 13 de octubre de 2009
Dr. Horrible’s Sing-Along Blog
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¿Friki yo?,
Series TV
Este fin de semana me he dedicado a ver un par de veces mi nuevo DVD de Dr. Horrible's Sing-Along Blog. ¿Hacía falta comprarlo? Es cierto que ya me había hartado de verlo en Youtube y similares. Y sí, también es verdad que tengo la banda sonora en el coche y me sé de memoria las canciones. Pero aún así verlo otra vez en mi salón, con buena calidad de imagen y sonido ha supuesto volver a disfrutarla (casi) como la primera vez. Además sólo cuesta diez dólares y está el gusto de tenerlo físicamente (aunque eso sea taaan siglo XX).
¿No sabes de qué va el Dr. Horrible? Pues vete quitando tres puntos de friki mientras te cuento:
lunes, 12 de octubre de 2009
El espejo chino
Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de arroz y su mujer le pidió que no se olvidase de traerle un peine.
Después de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió con unos compañeros, y bebieron y lo celebraron largamente. Después, un poco confuso, en el momento de regresar, se acordó de que su mujer le había pedido algo, pero ¿qué era? No lo podía recordar. Entonces compró en una tienda para mujeres lo primero que le llamó la atención: un espejo. Y regresó al pueblo.
Entregó el regalo a su mujer y se marchó a trabajar sus campos. La mujer se miró en el espejo y comenzó a llorar desconsoladamente. La madre le preguntó la razón de aquellas lágrimas.
La mujer le dio el espejo y le dijo:
-Mi marido ha traído a otra mujer, joven y hermosa.
La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:
-No tienes de qué preocuparte, es una vieja.
FIN
Anónimo chino
Encontrado en Ciudad Seva.
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domingo, 11 de octubre de 2009
La Cuarta Cruzada (2)
En una entrada anterior ya comentamos como los cruzados se concentraron en 1202 en Venecia, con la que había acordado el uso de su flota, antes de partir hacia Egipto. Pero el número de alistados fue menor del esperado y no lograron reunir el dinero prometido a los venecianos. Desesperados, y ante la amenaza de ver cortados sus suministros, aceptaron la propuesta veneciana de suspender parte del pago a cambio de ayudarles a conquistar la estratégica ciudad de Zara, en manos del rey de Hungría. La toma de Zara supuso el uso de un ejército cruzado contra un rey cristiano, lo que les valió la excomunión del Papa, que luego se restringió sólo a los venecianos. Pero eso era sólo un esbozo de que este ejército de Dios sería capaz de hacer.
El Dogo de Venecia en ese momento era Enrico Dandolo. Había sido elegido con setenta años y era prácticamente ciego, pero aún así contaba con una gran energía y había decidido acompañar a la expedición. La historia de su ceguera se relaciona con un episodio no muy claro en sus tiempos de embajador en Constantinopla, que le había provocado un serio resentimiento hacia los bizantinos. Dandolo convenció a los cruzados de pasar el invierno en Zara, mientras buscaba la manera de desviarlos de su objetivo. Venecia había firmado hacía poco un acuerdo comercial con Egipto y no tenía ningún interés en atacar a su socio.
La solución le vino en bandeja cuando apareció en el campamento Alexius IV, hijo del anterior emperador bizantino y sobrino del actual, que había alcanzado el poder tras derrocar y encarcelar a su hermano. Alexius IV había logrado escapar de prisión, y tras un periplo por Europa acabó en Zara ofreciendo a los cruzados el oro y el moro a cambio de ayudarle a derrocar a su tío. Sin embargo, el precio que tendrían que pagar él y su país por esta ayuda sería mayor del que Alexius podía imaginar.
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