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martes, 27 de marzo de 2012

De piojos y hombres

No falla. Es ver el letrero en la puerta de la clase de mi hija invitándonos a revisar regularmente el pelo de los niños y empezar a picarme la cabeza. Por un instante estoy totalmente seguro de cobijar una colonia entera de piojos y me sube un escalofrío por la espalda. Y eso que, de hacer caso a la mitología china, no debería sentir repulsión por estos bichitos. Dejad que os cuente una leyenda:

Hace mucho, mucho tiempo, en el principio de la existencia, el Universo era un caos que mezclaba cielo y tierra en un todo... con forma de huevo. Dentro del huevo dormía P'an-Ku. Venía haciéndolo desde hacía 18.000 años (mes arriba, mes abajo), y si hubiera seguido haciéndolo no estaríamos aquí y el caos seguiría reinando en el Universo.

Pero un día (o noche, que en aquel entonces aún no existía ni una cosa ni la otra) P'an-Ku despertó. En seguida se sintió incómodo, encerrado en ese pequeño huevo que contenía todo lo que existía. Así que agarró un hacha (sí, había un hacha dentro del huevo. A mí no me miréis, yo no he sido quien se ha inventado la historia) y se puso a golpear a un lado y a otro hasta que se liberó.

P'an-Ku pudo al fin estirarse, y al hacerlo la parte clara y ligera del huevo subió con él dando lugar al cielo, mientras que la más turbia y pesada se quedó abajo formando el suelo. Cielo y tierra se expandieron durante otros 18.000 años (más o menos) y P'an-Ku creció con ellos, haciendo de columna que les impedía volver a mezclarse.

Pero 18.000 años son muchos, incluso para P'an-Ku, y acabó llegado su hora. Afortunadamente su labor había tenido su fruto y cielo y tierra estaban separados ya para siempre. 

¿Y eso que tiene que ver con los piojos de los que hablaba al principio, os preguntaréis?

Pues veréis, la muerte del gigante sirvió para llenar el mundo de nuevas cosas: sus ojos formaron el sol y la luna, su aliento el viento y su voz el trueno. De sus brazos y piernas surgieron montañas entre las que corría su sangre hecha agua. Sus músculos se volvieron fértiles campos recorridos por venas convertidas en caminos, y sobre ellos brillaban las estrellas que habían nacido del pelo de su barba. La piel y el vello de su cuerpo se tornaron árboles y flores que recibían la lluvia y el rocío en que se transformó su sudor (vale, esta parte no es tan bonita. Nunca voy a poder volver a ver la lluvia igual).

¿Y los piojos? Pues mira a tu alrededor. Nosotros somos los descendientes de los piojos y pulgas de P'an-Ku. Así que la próxima vez que te pique la cabeza (no mientas, te acabas de rascar) piensa que tal vez sea algún primo lejano tuyo que no terminó de convertirse en humano.


Malapata


Notas:
  • El texto es una reescritura de una leyenda que conocí en un libro sobre cosmología china que podéis descargaros en la biblioteca Cervantes Virtual.
  • Podéis saber más sobre nuestros primos en en Otros cuentos imposibles.

Licencia de Creative Commons
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martes, 1 de junio de 2010

El príncipe y la semilla

Se cuenta que allá por el año 250 a.C. un príncipe de la región norte de China estaba punto de ser coronado emperador, pero de acuerdo con la ley debía casarse antes. Sabiendo esto, decidió organizar una competición entre las muchachas de la corte para elegir a la esposa adecuada. Mandó anunciar que recibiría en una celebración especial a todas las pretendientes y lanzaría un desafío.

Una anciana que servía en el palacio hacía muchos años, escuchó los comentarios sobre los preparativos. Sintió una leve tristeza porque sabía que su joven hija tenía un sentimiento de profundo amor por el príncipe. Al llegar a la casa y contar los hechos a la joven, se asombró al saber que ella quería ir a la celebración y sin poder creerlo le preguntó:

-¿Hija mía, qué pretendes? Las muchachas más bellas y ricas de la corte estarán allí. Sácate esa idea insensata de la cabeza. Sé que debes estar sufriendo, pero no hagas que el sufrimiento se vuelva locura.

Y la hija respondió:

-No, querida madre, no estoy sufriendo y tampoco estoy loca. Yo sé que jamás seré escogida, pero es mi oportunidad de pasar algunos momentos cerca del príncipe. Eso me hará feliz.

Por la noche la joven llegó al palacio. Allí estaban todas las muchachas más bellas, con las más bellas ropas, las más bellas joyas y las más determinadas intenciones. Entonces el príncipe anunció el desafío:

lunes, 12 de octubre de 2009

El espejo chino

Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de arroz y su mujer le pidió que no se olvidase de traerle un peine.

Después de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió con unos compañeros, y bebieron y lo celebraron largamente. Después, un poco confuso, en el momento de regresar, se acordó de que su mujer le había pedido algo, pero ¿qué era? No lo podía recordar. Entonces compró en una tienda para mujeres lo primero que le llamó la atención: un espejo. Y regresó al pueblo.

Entregó el regalo a su mujer y se marchó a trabajar sus campos. La mujer se miró en el espejo y comenzó a llorar desconsoladamente. La madre le preguntó la razón de aquellas lágrimas.

La mujer le dio el espejo y le dijo:

-Mi marido ha traído a otra mujer, joven y hermosa.

La madre cogió el espejo, lo miró y le dijo a su hija:

-No tienes de qué preocuparte, es una vieja.

FIN

Anónimo chino

Encontrado en Ciudad Seva.

Entradas relacionadas:
El espejo de Matsuyama
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