En 1525 el ejército francés cae derrotado en la batalla de Pavía frente a las fuerzas del emperador Carlos V. El propio rey francés, Francisco I, es hecho prisionero y llevado a España donde firma al año siguiente el Tratado de Madrid, por el que renuncia a sus derechos sobre varias ciudades y estados en Italia, Francia y Países Bajos. Nada más regresar a su país, Francisco I denuncia el tratado y busca la ayuda del papado para retomar el enfrentamiento contra el Imperio (el Sacro Romano Germánico, no el otro).
Según cuentan, Carlos V nunca perdonó esta traición a Francisco I. Enfadado por su falta de palabra mandó un embajador a la corte francesa para retar a un duelo a Francisco: los dos reyes frente a frente en un terreno neutral. El enviado vagó por la corte francesa durante meses, siendo ninguneado, ignorado, evitado y hay quien dice que hasta encarcelado antes de emprender el regreso a España con las manos vacías. Aunque los dos reyes siguieron combatiéndose durante todo su reinado nunca llegaron a cruzar sus armas en persona (para desgracia de todos los que murieron en su nombre).
Nota: Esta historia me la contó un amigo estudiante de historia hace ya unos cuantos años. Cuando recientemente me acordé de ella para el blog, pregunté a otro de mis amigos historiadores. Según me dijo, a pesar de ser muy conocida no hay ninguna fuente que la avale, y bien puede deberse a una invención posterior o a propaganda imperial de la época. Buscando por internet pueden encontrarse varias versiones que coinciden en lo esencial, salvo una de ellas que sitúa a Francisco I como retador y a Carlos V como el que hace oídos sordos.
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