lunes, 22 de noviembre de 2010

Una elección complicada

El puesto político más alto al que podía optar un ciudadano de la República de Venecia era el de Dogo o Dux La primera elección para el cargo tuvo lugar en el año 697, y marca el nacimiento de la República. Inicialmente todos los ciudadanos podían intervenir en la asamblea que escogía al Dogo (honor que, salvo renuncia, era vitalicio). Sin embargo el sistema se fue complicando, al tiempo que se eliminaba el voto popular para dejarlo en manos de la oligarquía, hasta que el S. XIII se había convertido en algo, cuando menos, llamativo.

Flag of Most Serene Republic of Venice
Bandera de la Serenísima República de Venecia.
El día de la elección el miembro más joven de la Signora (un consejo de estado 7 miembros incluyendo al Dogo) iba a rezar a San Marcos. Una vez su alma en paz, debía detener al primer joven que se encontrase al salir de la Basílica y llevarlo consigo al palacio del Dogo, donde se encontraban reunidos los miembros del Gran Consejo (480 representantes de ciertas familias de la nobleza) de más de treinta años. Este joven recibía el nombre de ballotino, y era la mano inocente que debía sacar las papeletas en los sorteos que tendrían lugar a lo largo del día.

En el primero de los sorteos la primera elección se seleccionaban 30 miembros del Gran Consejo. Un nuevo sorteo reducía este número a 9, los cuales debían elegir a 40 con la condición de que cada uno de ellos debía recibir al menos siete votos. Una vez elegidos los 40 se celebraba un nuevo sorteo que reducía su número a 12, que a su vez elegirían otros 25, que debían recibir al menos 9 votos. De estos 25 el ballotino debía escoger los nombres de 9, que a su vez votaban a otros 45, con al menos 7 nominaciones cada uno. Otra vez se ponía en acción el ballotino, que debía reducir este número hasta 11, que volvían a votar a 41, con 9 o más votos cada uno. Estos 41, al fin, serían los que debían elegir al nuevo Dogo.

Resumiendo un poco, el proceso sería el siguiente:

Gran Consejo -> sorteo votación -> 30 -> sorteo -> 9 -> votación -> 40 -> sorteo -> 12 -> votación -> 25 -> sorteo -> 9 -> votación -> 45 -> sorteo -> 11 -> votación -> 41 -> votación -> Dogo.

Parece un poco complicado, ¿no? Y más teniendo en cuenta que esto eran sólo los preliminares, todavía faltaba la elección del Dogo en sí.

Originalmente el número de electores en esta última fase era de 40, pero se aumentó en uno más desde que cierta vez tuvo lugar un empate a 20 (habría que haber visto la cara de los electores cuando se anunció el empate después de todo lo que llevaban montado hasta ese momento). Los 41 asistían a misa e, individualmente, juraban que actuarían de manera honesta y adecuada, por el bien de la República. Luego eran encerrados en el palacio, cortando toda comunicación con el exterior y vigilados día y noche por una fuerza especial de marineros hasta que hicieran su trabajo.

Cada elector escribía el nombre de su candidato en un papel y lo dejaba en la urna. Se elaboraba entonces una lista con todos los candidatos propuestos, independientemente de el número de nominaciones de cada uno. Cada nombre de la lista se escribía en una papeleta y se colocaban en otra urna, de la que se extraía uno. Si el candidato elegido estaba presente, se retiraba junto con cualquier elector que llevara el mismo apellido, y los restantes procedía a discutir su idoniedad. Después, se le llamaba de vuelta para responder a las preguntas que los electores quisieran hacerle y para defenderse de cualquier acusación.

Procesión del Dogo de Venecia.
Tras esto se efectuaba una votación: si obtenía 25 votos ¡enhorabuena, eres el nuevo Dogo! En otro caso se extraía un nuevo nombre de la urna, y así sucesivamente.

¿Qué razón tenían los venecianos para desarrollar un sistema de voto tan complicado (por llamarlo de alguna manera)? El motivo hay que buscarla en el comportamiento de los primeros dogos. Estos tuvieron la malsana costumbre de asociar a sus hijos al cargo esperando convertir el cargo en hereditario.

Tras estas primeras experiencias los venecianos fueron poco a poco modificando el método de elección, con el objetivo de evitar que ninguna familia o persona utilizase su dinero, influencia, poder o fama (por ejemplo, un general victorioso) para hacerse con el poder. Podríamos pensar que tal vez se pasaran un poco de rosca, pero lo cierto es que, con medidas como esta, Venecia fue la única república italiana que consiguió mantener sus instituciones a salvo de tiranos durante sus once siglos de existencia.

Fuente: Historia de Venecia de John Julius Norwich.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Feliz cumpleaños Calvin & Hobbes

Me entero (con un día de retraso) gracias a La cárcel de papel que ayer se cumplieron 25 años de la publicación de la primera tira de Calvin & Hobbes, sin duda la serie más divertida y entrañable que conozco. En la entrada podéis ver la primera y última entrega de la serie, junto con esta maravillosa imagen que siempre me ha despertado mucha ternura (aunque quizás la paternidad tenga algo que ver).

Todos estamos hechos de estrellas

Cada átomo de tu cuer­po pro­vie­ne de una es­tre­lla que es­ta­lló. Y, los áto­mos de tu mano iz­quier­da, pro­ba­ble­men­te, pro­ce­den de una es­tre­lla dis­tin­ta que los de tu mano de­re­cha. Es, ver­da­de­ra­men­te, lo más poé­ti­co que sé de la fí­si­ca: estás hecho, por en­te­ro, de polvo de es­tre­llas. No po­drías estar aquí si esas es­tre­llas no hu­bie­sen es­ta­lla­do, por­que los ele­men­tos —el car­bono, el ni­tró­geno, el oxígeno, el hie­rro… todo lo ne­ce­sa­rio para la evo­lu­ción y la vida— no fue­ron crea­dos desde el prin­ci­pio de los tiem­pos. Se for­ma­ron en la cal­de­ra de los nú­cleos es­te­la­res y el único modo de que lle­ga­sen a tu cuer­po es que esas es­tre­llas tu­vie­sen el de­ta­lle de es­ta­llar. Así que ol­ví­da­te de Jesús. Las es­tre­llas mu­rie­ron para tú pu­die­ses estar aquí hoy.

La­wren­ce M. Krauss, fí­si­co ame­ri­cano.
Vía Todo para después.

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martes, 16 de noviembre de 2010

Ibn Ammar, el poeta que pudo reinar

Hace un tiempo publiqué aquí la leyenda sevillana de la esclava-reina Itimad. Ésta empezaba con un paseo junto al Guadalquivir del rey de la Taifa de Sevilla Al-Mu'tamid y su amigo Ibn Ammar (Abenamar para los cronistas cristianos). Buscando más información descubrí la interesante biografía de Ibn Ammar: un poeta cuyo talento y ambición le hicieron elevarse desde unos orígenes humildes a ser uno de los hombres más importantes de la península en el S. XI. Llegó a acariciar el sueño de gobernar su propio reino, pero fue su propia sed de poder la que le hizo caer hasta acabar ejecutado a manos de su mejor amigo.


Juventud y llegada a la corte abadí

Abu Bakr Ibn Ammar nació el año 1031 cerca de la ciudad de Silves, capital de la Taifa de Silves que abarcaba la parte occidental del Algarve portugués. Procedente de una familia humilde, mostró desde joven un gran talento para la poesía, convirtiéndose en uno de los más grandes poetas de los reinos de taifas, época en que la poesía llegó a sus niveles más altos en Al-Ándalus. Pasó su juventud recorriendo los reinos musulmanes de la península, recitando panegíricos a todo aquel que pudiera pagárselos. Fueron tiempos duros para el joven Ibn Ammar, descrito según fuentes de la época como "un pobre poeta joven desconocido y mal trajeado que provocaba la risa de unos y la compasión de otros, por su larga pelliza y su pequeña gorra; se consideraba dichoso si cualquier hombre rico se dignaba arrojarle las migajas de su mesa, a cambio de sus versos".

La suerte de Ibn Ammar cambió cuando logró una audiencia en la corte abadí de Sevilla en 1052. El rey Al-Mu'tadid  había heredado la taifa que fundó su padre Abú al-Qasim en 1023 y la convertiría en una de las potencias de Al-Andalus. Belicoso y cruel (mató a uno de sus hijos con sus propias manos y gustaba de conservar los cráneos de sus enemigos), también fue poeta y mecenas, reuniendo a su alrededor una corte digna de los príncipes del Renacimiento.

Expansión de la Taifa de Sevilla (Wikipedia)

Ante esta corte de literatos y poetas Ibn Ammar desplegó su talento, recitando un panegírico que exaltaba la figura del rey, tras el cual "Al-Mu'tadid ordenó que se le entregara dinero, vestido y una mula para cabalgar, y que su nombre fuese inscrito en el registro de los poetas pensionados de la corte". Allí conoció al príncipe  Al-Mu'tamid, que a sus doce años ya mostraba gran talento para la poesía. Ibn Ammar, unos nueve años mayor que él, fascina al joven príncipe y se convierte en su amigo y confidente. Cuando un año después el príncipe recibe el encargo de su padre de gobernar la recién conquistada Silves Ibn Ammar le acompañará como ministro.

La relación entre estos dos personajes ha sido objeto de discusión. Mientras que para algunos fue de una profunda amistad cimentada en la admiración que el joven Al-Mutamid sentía hacia el poeta de Silves, otras fuentes llegan más lejos, apuntando a una relación sentimental entre ambos. Según el biógrafo de Al-Mu'tamid, sus relaciones amistosas "eran más íntimas que las de un hermano con un hermano y las de un padre con su hijo".

lunes, 15 de noviembre de 2010

La cara de Sydney

La Ciudad de Sydney es la unidad administrativa que abarca el centro de Sydney. Según aparece en su web "La comunidad de la ciudad incluye unos 150.000 residentes, 350.000 trabajadores y más de 450.000 visitantes diarios (...) La Ciudad de Sydney tiene una de las poblaciones más étnicamente diversas de Australia. Casi la mitad de los residentes nacieron en el extranjero y casi el 30 por ciento de los residentes de la ciudad hablan un idioma distinto al inglés."

El proyecto La cara de Sydney consistió en fotografiar miles de residentes de la Ciudad de Sydney y unirlos para constuir unos retratos que representaran el aspecto de sus habitantes.


Las fotos van desde un bebé de dos semanas a un anciano de 93 años. Alrededor del 54 por ciento de los participantes se identificaron como de ascendencia celta anglo-sajona, el 3 por ciento como indígenas australianos, el 4 por ciento como descendientes de suramericanos y el 11 por ciento como de origen chino.

Algunos de los participantes en el proyecto.

Vía Peta Pixel.
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