domingo, 3 de junio de 2012

Eco y Narciso

Eco era una ninfa que vivía con sus hermanas en los bosques cercanos al monte Helicón. Las ninfas eran divinidades de la naturaleza, unos espíritus femeninos a los que gustaba cantar, bailar y... Bueno, si os digo que nifómana viene de ninfa yo creo que os podéis hacer una idea, ¿no? Esta última cualidad era especialmente apreciada entre otras criaturas divinas, entre las que se encontraba el mismo Zeus, que tenía cierta afición a pasear por sus bosques.

Esta simpatía hacia las ninfas no era del agrado de Hera, que se dejaba caer de cuando en cuando por los alrededores con la intención de pillar a su marido con las manos en la ninfa. Y aquí es donde entra en escena Eco. Veréis, Eco tenía una particularidad que la distinguía de sus hermanas: tenía una prodigiosa facultad para hilvanar elaborados discursos que adornaba de singular manera haciendo uso de... vamos, como se diría coloquialmente, que no se callaba ni debajo del agua.

Aunque esta facultad suya podía llegar a resultar en ocasiones un poco irritante para sus hermanas, pronto habían encontrado una manera de utilizarla en su beneficio. Nada más aparecer Hera por las cercanías del bosque, Eco se las apañaba para hacerse la encontradiza y descargar sobre ella todo el peso de su elocuencia. Y mientras Hera se veía enredada en una catarata de saludos, comentarios, reflexiones y cotilleos, Zeus aprovechaba para escabullirse discretamente de vuelta a casa.

lunes, 28 de mayo de 2012

El gran asedio de Gibraltar

El 11 de julio de 1779 comenzó el intento más importante por parte de España para recuperar Gibraltar, con un asedio que habría de prolongarse durante tres años y medio. Tres años en los que se sucedieron actitudes heroicas y vergonzosas, episodios de valor y estupidez hasta llegar al asalto final en el que... Bueno, supongo que os hacéis una idea de como acabó, ¿no?


Una guerra que empezó al otro lado del océano

Empecemos poniéndonos un poco en contexto. El 4 de julio de 1776 las colonias británicas de América del Norte proclaman su independencia de la metrópoli, comenzando la Guerra de la Independencia de Estados Unidos. Los rebeldes corren a buscar apoyo exterior y, por aquello de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, ponen sus ojos en Francia, que no puede dejar pasar la oportunidad de incordiar a su principal enemigo. Dos años después de su inicio, lo que empezó como una guerra entre una colonia y su metrópoli se convirtió en un conflicto entre dos de las naciones más poderosas del mundo, una auténtica guerra mundial que se extiende desde el norte del Océano Atlántico hasta el Índico, pasando por el Caribe, el Pacífico y el Mediterráneo en un enfrentamiento que ganaría quien fuese capaz de dominar el mar y sus rutas comerciales.

Y aquí es donde entra en juego España. Para disputarle a Inglaterra el dominio de los mares Francia necesitaba contar con el apoyo de la flota española, así que Luis XVI presionó a un reticente Carlos III, que no veía claro los beneficios de participar en el conflicto, hasta convencerle para entrar en la guerra en virtud del pacto de familia entre borbones. Y el caramelo para terminar de convencer al rey español fue la recuperación de Gibraltar y Menorca, en manos de los ingleses desde el Tratado de Utrecht de 1713.

Imagen digital de la NASA donde aparece resaltado Gibraltar (Wikipedia)


jueves, 17 de mayo de 2012

Final de cuento moderno

...y entonces el Lobo logró convencer a las ovejas de que no podían seguir permitiéndose mantener al perro, y que debían deshacerse de él si querían que su granja volviera a ser rentable.

FIN

martes, 8 de mayo de 2012

Frustrado y enfadado con HP

Últimamente tengo un poco descuidado el blog, y una de las razones es que una parte importante del poco tiempo libre del que puedo disponer para usar el ordenador la paso reinstalando y/o volviendo a configurar algo. Un proceso cada vez más repetido y absurdo que ha llegado a su límite esta misma tarde, con una conversación con el servicio técnico que todavía me enerva cuando pienso en ella.

Veréis. Yo me compré este ordenador, un HP Pavilion-g6 el pasado noviembre en la tienda virtual de HP. Al poco empezó a reiniciarse. Las primeras veces no le di importancia, pero como se repetía escribí al servicio técnico. Eso fue el 31 de enero.

Así empezó un carrousel al que no soy capaz de ver el final, y que me ha llevado, desde aquel 31 de enero, a hablar con cuatro técnicos distintos, reclamar tres veces a atención al cliente, enviar el ordenador a reparación dos veces, de las que volvía con el sistema restaurado, además de las otras tres veces en que lo he tenido que restaurar yo.

Esto supone que en poco más de tres meses he tenido que empezar a usar el ordenador desde cero en cinco ocasiones. Cinco veces en que he tenido que volver a configurar menús, introducir claves, iniciar sesiones, añadir/restaurar marcadores, instalar programas y configurarlos.

O al menos las primeras veces. Porque conforme avanzaba el tiempo cada vez instalaba menos cosas. ¿Para qué, si en unos días voy a tener que volver a empezar desde el principio?

Así que hoy mi ordenador estaba recién restaurado a la configuración de fábrica, con solo tres programas (aparte de lo que el ordenador traía preinstalado): Firefox, Chrome y el antivirus Trend Micro del que tengo licencia. Había dejado fuera todo lo demás. Ni siquiera tenía mis archivos de trabajo por no haber instalado el Dropbox que para mí se había vuelto imprescindible.

En estas condiciones he recibido la llamada del cuarto técnico distinto de HP. Hemos empezado mal, cuando me ha dicho que es una suerte que solo estén instalados esos tres programas, porque seguro que el problema era de uno de ellos y así acabaríamos antes. ¿Suerte? ¿Una suerte que mi experiencia con el ordenador se haya visto reducida a lo básico? Pero bueno, no he dicho nada sobre eso y hemos empezado a hacer algunas pruebas. O más bien a repetir pruebas que ya había hecho con alguno de sus compañeros.

Lo malo, o absurdo, o enervante, no sé como definirlo, ha sido cuando he pensado un poco mejor en lo que me había dicho y le he comentado que si mi ordenador se reiniciaba cuando usaba programas tan conocidos como Firefox, Chrome o Trend Micro, instalados en cientos de miles de ordenadores, entonces el problema no debía ser del programa, sino de mi equipo. Que si los HP Pavilion-g6 no pueden usarse con Firefox, Chrome o Trend Micro, deberían avisarlo porque entonces no lo hubiese comprado, y que tal vez esa información deberían hacérsela saber a Trend Micro (que al fin y al cabo vive de vender licencias).

No, me respondió, él no tenía constancia de ningún fallo de estos programas en los HP Pavilion-g6. Entonces le dije que si eso ocurría solamente en mi equipo, entonces es que era mi equipo el defectuoso. Pero no, si era un problema del software (en particular insitía en el antivirus), entonces no era problema del equipo (y por tanto, según parecía indicar, no era su problema). ¿Y qué pasa si finalmente es problema del antivirus? Pues entonces habría que desinstalarlo y volverlo a instalar.

Estupendo. Salvo que eso ya lo he hecho. Cinco veces. La conversación fue embrollándose hasta que finalmente me dijo que ellos no respondían nada más que del software que el ordenador trajera preinstalado, momento en que di por terminada la conversación.

La conclusión que he sacado de esta conversación es que si de todas las pruebas y resintalaciones resulta que le echan la culpa al antivirus, o al Firefox o al Chrome, entonces adiós muy buenas. Pensad un poco en ello. Eso quiere decir que por muy fiable que sea el programa que instaléis, incluso si os habéis gastado un buen dinero en la licencia, si le echan la culpa se negarán a cambiaros/repararos un equipo que da problemas. O que no puedo usar el antivirus que yo quiera, sino que debo quedar ligado al Norton que traen preinstalado gratis por 60 días.

Lo peor de toda esta situación no es el tiempo perdido, las ganas que me han quitado muchas veces de coger el ordenador, sino la sensación de impotencia como consumidor ante una gran empresa. Es tener que tragarme un día más la frustración y el enfado que me entra cada vez que me pego de nuevo contra el muro y volver a mi vida normal pese al cabreo que llevo dentro, del que no tienen ninguna culpa las personas que me rodean.

Así que me he sentado a escribir esto usando un Internet Explorer que siempre he intentado evitar, sin poder escuchar de fondo la música de Spotify como me gusta y sin ganas de entrar en mis páginas favoritas por falta de mis marcadores. Esperando fervientemente que vuelva a fallar, a reiniciarse, porque eso significaría que empezaría a ver el fin al problema, que no tendré que volver a pelearme con locutoras y técnicos para poder instalar el navegador que me gusta o el antivirus para el que tengo licencia y aún así poder exigir que mi equipo funcione correctamente.


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martes, 1 de mayo de 2012

Notas sobre la Gran Armada: las expediciones de Drake, el almirante que no quería serlo y por qué los ingleses disparaban más veces

(Entrada publicada originalmente en Un café con Clío.)



Cuando escribía la entrada sobre El fracaso del Gran Designio de Inglaterra me vi obligado a dejar fuera varios apuntes que, aunque interesantes, hubieran alargado aún más una historia ya lo bastante extensa. Veamos ahora como Isabel I suplía su escasa tesorería dando entrada a capital privado en sus expediciones; por qué Felipe II puso al mando de Gran Armada a alguien sin experiencia ni confianza en el éxito de la empresa; o por qué los artilleros españoles apenas podían responder la lluvia de proyectiles ingleses.

Drake ataca Cádiz

1590 or later Marcus Gheeraerts, Sir Francis Drake Buckland Abbey, Devon
Fracis Drake,
por Marcus Gheeraerts
(Wikipedia).
Uno de los problemas que tuvo que solventar la reina Isabel I de Inglaterra al organizar su defensa frente a Felipe II fue la falta de capital. Sus ingresos eran muy inferiores a los españoles y, además, no tenía acceso al abundante flujo de créditos que mantenía en marcha la maquinaria española. Para paliar esta ausencia de liquidez los ingleses recurrieron a expediciones mixtas en las que inversores privados corrían con parte de los gastos a cambio del botín que pudieran obtener.

Una de ellas fue la que comando Francis Drake en forma de ataque preventivo contra la armada que se estaba agrupando en Lisboa. La corona aportó seis buques, y el resto Drake, sus amigos y comerciantes londinenses. El 29 de abril de 1587 la expedición cayó por sorpresa sobre Cádiz, un puerto clave para enviar suministros a la armada y con menos protección que Lisboa. Se capturaron o destruyeron veinticuatro barcos españoles con abundantes provisiones para la armada, y pudo ser todavía peor, toma de la ciudad incluída, de no ser por la la apresurada intervención del duque de Medina Sidonia.

Defense of Cadiz Against the English 1634
Defensa de Cádiz frente a los ingleses, de Francisco de Zurbarán (Wikipedia)

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