La historia de las tribus indias de Norteamérica es una triste lista de derrotas y claudicaciones. Entre sus escasas victorias destaca una que no tuvo lugar en las praderas, sino ante una corte de justicia. Es la historia de como a Oso Erguido, jefe de los poncas, se le reconoció ser una persona.
Jefe Oso Erguido, de la tribu Ponca (fuente). |
Los poncas
La tribu Ponca tenía su territorio en la actual Nebraska, donde el río Niobrara desemboca en el Missouri. Eran tierras fértiles, donde los poncas cultivaban maíz, hortalizas y árboles frutales.
A mediados del siglo XIX la tribu Ponca contaba unos ochocientos miembros, y ya había firmado tres tratados con los recién creados EEUU. En el último, firmado en 1858, los poncas cedían parte de sus tierras a cambio de que se les reconociera una reserva permanente junto al río Niobrara. El gobierno también se comprometía a proteger a los poncas de las incursiones de sus vecinos, además de a facilitarles una serie de recursos para ayudar a su desarrollo.
Recreación de una aldea Ponca para una producción televisiva de 1988 (fuente). |
La ayuda prometida nunca llegó, y aunque la reubicación de parte de la tribu resultó bastante más dura de lo que habían supuesto, a finales de los años sesenta los poncas podían mirar al futuro con cierto optimismo.
Pero en 1868 los EEUU firman un tratado de paz con los sioux. Por error, entre los terrenos que se les adjudicaron se encontraban las tierras de los poncas. Esto se convirtió en una pesadilla para la tribu, que empezó a ser acosada por jóvenes sioux, que robaban sus caballos como pago por dejarles vivir en sus tierras.
Las continuas quejas de los poncas fueron ignoradas por el gobierno que se había comprometido a protegerlos. Sólo al cabo del tiempo accedió a concederles una pequeña indemnización a cambio de las pérdidas sufridas. Pero esto sólo fue un pequeño alivio antes del golpe definitivo.
Primer viaje a Oklahoma
En 1876 la muerte de Custer y su séptimo de caballería terminó de enrarecer el clima sobre los asuntos indios en Estados Unidos. Se elaboró una lista de tribus forzadas a trasladarse al Territorio Indio de Oklahoma y alguien decidió incluir a los pacíficos poncas, quizás como forma de acabar de un plumazo el problema que habían creado en el tratado con los sioux. La orden incluía una coletilla que establecía que el traslado debía contar con la aprobación de la tribu.
Pero cuando el inspector de reservas Edward C. Kemble comunicó la noticia a los ponca lo hizo en forma de orden tajante. Los Ponca desconfiaron; antes de dar su visto bueno insistieron en visitar las nuevas tierras. Kemble accedió a acompañar en ferrocarril a una delegación formada por una decena de jefes, entre los que se encontraba Oso Erguido, para que conocieran la reserva.
Imagen de una delegación Ponca. No se especifica el año ni sus componentes, aunque el tercero por la izquierda de la fila central se parece bastante a Oso Erguido (fuente). |
El panorama encontraron allí era descorazonador: esas tierras áridas estaban muy lejos de sus fértiles campos. Pero peor aún fue ver de primera mano las malas condiciones que sufrían las tribus que han sido obligadas a asentarse allí. Los jefes decidieron que no tenía sentido continuar la visita y pidieron volver a su tierra. Kemble insistía mostrarle nuevas tierras; les llamó cabezotas y, cuando comprendió que no conseguiría convencerlos, les dejó a su suerte para recorrer los más de 800 de kilómetros de vuelta.
Fue un camino duro: algunos jefes eran mayores y para el viaje no llevaban más que una manta, ni tenían más calzado que el que llevaban puesto. Llegaron a su hogar con los pies ensangrentados, y solo gracias a la ayuda de tribus amigas que encontraron por el camino.
El camino de las lágrimas
Tras escuchar el relato de los jefes la tribu se negó a marcharse. Kemble insistió, respaldado por numerosas tropas, logrando convencer a una cuarta parte de la tribu. Antes su falta de efectividad fue sustituido por E. A. Howard, que no se andó con tantos miramientos, obligando a los poncas que quedaban a marchar a punta de bayoneta. La deportación se inició el 21 de mayo de 1877, el primero de 50 días de marcha que serían conocidos en la historia de los poncas como El camino de las lágrimas.
Todo un pueblo marchando en plena temporada de lluvias, recorriendo caminos convertidos en lodazales. Pronto la enfermedad empezó a atacar a los más débiles y su paso quedó marcado por las tumbas de niños y ancianos. Entre ellos la hija de Oso Erguido, Flor de la Pradera, fallecida por una pulmonía el 6 de junio.
La dureza del camino sólo pudo compararse con el panorama que encontraron a su llegada. Acostumbrados al frío clima del norte, el calor y las pobres condiciones de vida de la reserva en Oklahoma se cebó en los desfallecidos poncas. La malaria hizo estragos, y al finalizar el primer año en sus nuevas tierras había fallecido una cuarta parte de la tribu.
Retorno y prisión
El general Crook, inesperado aliado de Oso Erguido (fuente). |
Viajaron en pleno invierno, esquivando las zonas con presencia militar. Pero no pudieron permanecer escondidos y, tras haber llegado a su destino, el general Crook detiene a los poncas y los encierra en el Fuerte Omaha.
La aparición del general Crook fue, en realidad, un golpe de suerte para los ponca. Tras años luchando contra los indios, Crook había dejado de ver el sentido de la lucha y respetaba a sus antiguos enemigos. La historia de Oso Erguido le conmovió y acordó con él hacer lo posible para evitar su vuelta a Oklahoma. La mala situación de los poncas le sirvió de excusa para dilatar su partida, tiempo que aprovechó para entrar en contacto con el editor Thomas Tibbles, que inició una campaña de prensa para dar a conocer el caso. Fruto de esta se presentaron dos abogados dispuestos a hacerse cargo gratuitamente de la defensa de Oso Erguido.
El juicio
El 18 de abril de 1879 comienza el caso de Oso Erguido contra Crook. El juez invoca el hábeas corpus, una figura jurídica que persigue evitar los arrestos y detenciones arbitrarias. Si los poncas no estaban en guerra con EEUU, el gobierno no tenía derecho a detenerlos y trasladarlos contra su voluntad. En defensa del gobierno, el fiscal del distrito arguyó que los poncas no pueden acogerse al hábeas corpus ya que "no eran personas en el sentido contemplado por la ley" y estaban sometidos a las leyes del gobierno relativas a tribus indias. Frente a él los abogados de Oso Erguido sostenían que el ponca era una persona, y como tal tenía derecho a decidir si quería separarse de su tribu y acogerse a los derechos que garantizaba la Constitución como cualquier otro ciudadano.
El juez dio la palabra a Oso Erguido, que pronunció un discurso que ha pasado a la historia, y que comenzaba:
Esta mano no es del color de las vuestras, pero si la pincho brotará la sangre y sentiré dolor. La sangre es del mismo color de la vuestra. Dios me hizo, y soy un hombre.
En su fallo el juez Elmer S. Dundy estableció que Oso Erguido era una persona, y por lo tanto contaba con los mismos derechos que la ley concedía a cualquier otro ciudadano, entre ellos el de no ser detenido y trasladado arbitrariamente, ya que si se permitía que se le detuviera que trasladase a una reserva contra su voluntad, nada había que impidiera que lo trasladasen a una prisión, afirmando que "No puedo creer, en fin, que este tipo de autoridad arbitraria pueda existir en este país".
El juez ordenó la inmediata liberación de los poncas, provocando un estallido de alegría en la sala. Entre otros del general Crook, que fue el primero en estrechar la mano de Oso Erguido. Poco después el gobierno autorizaría la cesión de unos centenares de hectáreas sin reclamar cerca de la desembocadura del Niobrara. Oso Erguido y los suyos volvían a casa.
Fiscal y abogados defensores en el caso de Oso Erguido contra Crook. En último lugar está Thombas Tibbles, el editor de periódico que hizo suya la causa de los ponca (fuente). |
Epílogo: la suerte de Gran Serpiente y la división de los poncas
La noticia llegó pronto a la reserva india de Okalhoma. El medio centenar de poncas vivía allí empezó a hacer los preparativos para reunirse con sus hermanos, pero sería en vano. La sentencia de Oso Erguido contra Crook amenazaba con acabar con todo el sistema de reservas, que constituía una considerable fuente de negocios para algunos. Los agentes del gobierno se encargaron de disuadir a los indios al tiempo que se iniciaba una campaña de descrédito contra Oso Erguido, calificándolo de renegado de su tribu.
Aún así hubo quien se resistió a aceptar su suerte. Entre ellos se encontraba el hermano de Oso Erguido, el también jefe ponca Gran Serpiente. Al poco de conocer la sentencia pidió permiso para desplazarse junto a su hermano. Cuando le fue denegado decidió poner a prueba la reciente sentencia desplazándose las tierras de otra de las tribus residentes en el Territorio Indio de Oklahoma.
La reacción de los agentes de la reserva fue inmediata: Gran Serpiente y los suyos fueron detenidos y devueltos a la reserva ya que, según la interpretación del gobierno, el fallo de Oso Erguido no podía aplicarse más allá de ese caso particular (algo, por otro lado, muy común cuando la justicia falla en contra del poder).
Poco después Gran Serpiente fue atraído con engaños a la oficina del agente de la reserva donde fue detenido. En
medio de un forcejeo un disparo acabó con su vida. Estaba desarmado. El gobierno
calificó su muerte de accidental.
Oso Erguido con su familia en 1903 (fuente). |
Ese fue el final del sueño de los poncas de volver a reunirse en sus antiguas tierras y el inicio de la separación de la tribu en dos, los poncas de Nebraska y los de Oklahoma, que aún se mantiene hoy día.
Oso Erguido vivió treinta años más. Tras una gira que le llevó por Estados Unidos y Europa defendiendo los derechos de los indios volvió a Nebraska para dedicarse a la agricultura en sus nuevas tierras, junto los aproximadamente 170 poncas que habían logrado reunirse allí. Falleció con casi 80 años y sus restos reposan en el lugar que le vio nacer, la tierra por la tanto sufrió y donde al fin logró regresar.
Fuentes
- Conocí la historia de Oso Erguido en Enterrad mi corazón en Wounded Knee, de Dee Brown, un libro muy recomendable sobre la historia de las tribus indias. También ha sido mi fuente principal de información, que he completado con:
- Páginas de Wikipedia sobre los poncas y Standing Bear.
- Página de NebrascaStudies.Org dedicada al juicio de Oso Erguido.
- Discurso completo de Oso Erguido (en inglés).
No conocía la historia y me ha encantado, la historia de las tribus indias está llena de injusticias.
ResponderEliminarUn saludo.
A mí esta me gustó especialmente, quizás porque sea de las pocas que acaban bien, y tenía ganas desde hace tiempo de contarla por aquí. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarSaludos.