martes, 7 de junio de 2011

Lodo, tiendas, ladrillos

Estoy leyendo ahora Notas al pie de Gaza del periodista y dibujante de cómics estadounidense Joe Sacco. La obra ilustra la investigación que realizó Sacco sobre unas matanzas ocurridas en dos poblaciones de Gaza en 1956. El siguiente fragmento está extraído del capítulo en que Sacco recoge los testimonios de palestinos que vivieron la creación de la Franja de Gaza tras la guerra arabe-israelí de 1948. Aunque el texto está cojo sin los dibujos que lo acompañan, creo que todavía retiene gran parte de su fuerza, que hizo que me conmoviera cuando lo leí. 

El texto empieza con una introducción de Sacco, tras lo cual siguen testimonios de hombres y mujeres de Gaza. Cada entrecomillado se refiere a una intervención distinta, aunque algunos testigos intervienen más de una vez en el relato:



Cuando la refriega cesó y la ONU negoció la línea de demarcación del armisticio, el malparado ejército egipcio se cobijó en una pequeña fracción de Palestina, que se llamó Franja de Gaza. De los cientos de miles de palestinos que escaparon de la lucha o fueron expulsados por las fuerzas israelíes, doscientos mil acabaron en Gaza, triplicando así su población. La crisis humanitaria fue enorme. Muchos refugiados fueron alojados en edificios públicos y en mezquitas, pero su número seguía siendo excesivo.

A lo largo de todas mis visitas a Gaza (...) hemos estado reuniendo relatos sobre los tiempos en que los desposeídos, faltos de todo, llegaron aquí y se encontraron... ¿con qué?

"Cuando llegamos de nuestros pueblos originarios cavamos agujeros y pusimos mantas en el suelo, y así vivimos durante un tiempo. Algunos se instalaron bajo las ramas de los árboles. Para resguardarse cubrían con mantas las ramas."

"Dormíamos bajo los árboles. No teníamos con qué vivir. No teníamos colchones, ni tiendas. Gaza era como el desierto. Entonces llegaron los cuáqueros e instalaron grandes tiendas."

"A algunos les asignaron una tienda entera, una tienda grande. Esas tiendas se podían repartir entre cuatro familias. Cada estancia se separaba de las otras con una manta. Luego empezaron a distribuir comida. Harina, aceite..."

"Íbamos con nuestro padre... a cavar en el suelo, en busca de metal o cualquier otro material que pudiéramos vender. Nos acercábamos a las posiciones egipcias, que estaban aquí para comprarles pan pasado [a los soldados]."

"Cocinábamos los alimentos quemando cactus que secábamos al sol."

"Cortaban leña, y tenía que ser Dios quien la hacía arder, porque aquella leña no estaba seca. No había queroseno, ni gas. Nada."

"Cavábamos agujeros en el suelo [para el inodoro] al aire libre... No se podía hacer otra cosa."

"¿Agua? No teníamos agua. Andábamos dos kilómetros para traer una jarra de agua... Llevaba a mi hijo conmigo y a la vez una jarra en la cabeza."

"Traíamos el agua desde muy lejos. Cuando llegábamos a casa, ya no quedaba agua. Nos la bebíamos por el camino."

"Una vez, cuando era niña, vi un burro que iba por al calle, y me subí al burro. Y el burro estaba lleno de pulgas. Y mi madre me quitó toda la ropa y la quemó. Casi no había agua ni jabón."

"Lavábamos la ropa dentro de las tiendas. La tienda era la cocina y el inodoro y el cuarto de baño y el comedor y la sala de estar."

La UNRWA se fundó a finales de 1949 para atender a los refugiados palestinos, y reemplazó a los cuáqueros en 1950.

"La UNRWA instaló en cada barrio cuatro o cinco años juntos, y así hicieron una red cañerías."

"Construyeron inodoros en grupos. Una puerta para las mujeres y, al otro lado, una puerta para los hombres. Había que entrar con zapatos en esos lavabos, de otra forma uno se hundía en el agua y los excrementos."

"Empezamos a construir casas de arcilla nosotros mismos, porque las tiendas no nos protegían de las lluvias... Eran pequeñas habitaciones de 3,5 x 3,5 metros. En esta habitación había quince personas."

"Fabricaban ladrillos con cajas de madera que servían de molde. Y los colocaban en fila y los ponían al sol. Cuando se secaban los usaban para construir paredes. No había ventadas, por supuesto. Ni puertas. Eran un agujero en la pared."

"Las paredes eran de arcilla; el techo, de ramas de palmera. Sobre las ramas, arcilla. Encima de esto ponían alquitrán para que la arcilla no se humedeciera."

"Comprábamos esteras de Egipto, y estaban llenas de chinches. Le voy a contar algo para que se ría. Para matar los chinches usábamos un poco de harina húmeda. Luego encontrabas pizcas de harina llena de sangre. De vez en cuando la UNRWA venía a rociar con DDT."

"Para mí fue un sueño fantástico cuando vi fotografías en periódicos y revistas. Cuando vi un niño con pelo largo sentí envidia, porque yo no podía dejármelo largo, a causa de los insectos y las enfermedades."

"Abrieron escuelas en tiendas para nosotros."

"[No pasé] ni un solo día en la escuela. Me recogía el pelo por detrás y corría como un caballo. ¡Y corría y corría!"

"Tras un largo período empezaron a derribar periódicamente aquellas casas [de arcilla] y trajeron bloques de ladrillos, y construyeron casas en grupos. Distribuyeron las habitaciones según el número de miembros de cada familia. Cada habitación medía 2,5 metros cuadrados... Un muro separaba a cada clan familiar."

El capítulo termina con dos dibujos de Sacco ilustrando el estado actual de una población de la Franja.

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