Hoy os traigo una leyenda de Taiwan que he traducido de esta página sobre la isla. Ban Pin Shan significa "Montaña partida". Según leo en Wikipedia, los dumplings a los que hace referencia la historia son «trozos de masa, a veces rellenos, que se cuecen en un líquido, como agua o sopa» o «masa dulce envuelta sobre fruta, como por ejemplo una manzana, que se hornean y se sirven como postre».
Cuando tomas el tren y entras en Kaohsiung, en el sur de Taiwan, puedes ver una montaña llamada Ban Pin Shan. Esta montaña parece exactamente como su nombre indica, una "media montaña". Su forma es como la de una montañña ordinaria salvo por un lado ausente, como si alguien hubiera cogido una espada y arrancado una mitad. Si sientes curiosidad por la mitad que falta, no te preocupes, hay una leyenda que explica toda la historia.
Érase una vez, cuando Ban Pin Shan estaba aún completa, una aldea al pie de la montaña. Un día, un anciano vendedor de dumplings llegó al pueblo. Tenía pelo y barba blancos, y su ropa era muy antigua y gastada. Llevaba un carrito cargado con dumplings calientes que olían y parecían deliciosos para comer. Sin embargo, todo el mundo en el pueblo pensó que el anciano era un estúpido cuando empezó a gritar "¡Deliciosos dumplings calientes! ¡Uno por diez céntimos, dos por veinte céntimos y tres gratis!"
"¿Qué es eso?" preguntaron sorprendidos los aldeanos.
"¡Deliciosos dumplings calientes! Judías rojas y sésamo. ¡Uno por diez céntimos, dos por veinte céntimos y tres gratis!" gritó de nuevo el anciano loco.
Más y más personas empezaron a agruparse alrededor, susurrando "¿Será verdad? ¿Tres dumplings gratis? ¿Está este viejo intentando engañarnos?"
"¡Qué importa! Me comeré los tres dumplings y luego veré si son gratis o no." Dijo Wang el Cabezón.
"Mmmm, estos dumplings están estupendos!" afirmó Wang el Cabezón mientras se comía los dumplings. Los dumplings del anciano eran tan grandes como huevos de gallina. Cuando Wang el Cabezón se acabó su segundo dumpling, estaba tan lleno que no podía más. De todas formas le preguntó al anciano, "Si me como tres no tengo que pagar, ¿verdad?"
"Yo nunca miento. Ya he dicho que tres son gratis" contestó el anciano.
Wang el Cabezón se zampó otro dumpling para poder tenerlos gratis. El anciano cumplió su palabra y no cobró nada a Wang.
Los otros aldeanos empezaron a pedir dumplings al anciano. Todos pedían tres gratis: nadie quiso uno o dos. Al poco rato habían acabado con todos ellos. "Tenéis todo un buen apetito", dijo el anciano sonriendo. Aquellos que no habían conseguido sus dumplings lo miraron con decepción.
Uno de los aldeanos que acababa de comerse sus tres dumplings gritó de repente, "¡Mirad! ¿Es posible que a la montaña detrás de la aldea le falte un trozo?".
"¡No digas tonterías! Me parece que has comido tantos dumplings que ya no razonas bien", le contestó alguien.
Los aldeanos empezaron a hablar acerca del anciano. "¡Ja! No puedo creerme que haya alguien tan estúpido como para dar los tres dumplings gratis".
"Eran deliciosos. Me gustaría saber de qué estaban hechos. ¿De dónde vino ese anciano? Me gustaría que viniese todos los días".
Al segundo día, el anciano loco volvió a la aldea. Gritó "¡Deliciosos dumplings calentitos! Judías rojas y sésamo. ¡Uno por diez céntimos, dos por veinte céntimos y tres gratis!" Todos rodearon al anciano, comiendo sus dumplings tan rápido que hubo quien ni siquiera los masticó. Al poco rato, todos los dumplings habían desaparecido de nuevo.
Al tercer día volvió a suceder lo mismo; los aldeanos intentaban comer tanto como podía. De repente se escuchó una voz, "Señor, por favor, ¿podría usted darme un dumpling?" Todo el mundo se giró sorprendido a observar al joven que había hablado.
"Jovencito, ¿no me has escuchado? Uno por diez céntimos, dos por veinte céntimos, o tres gratis. ¿Por qué quieres sólo uno cuando puedes tener tres gratis?"
"Lo sé", contestó el joven, "pero te he visto acarrear ese montón de dumplings todos los días sin ganar ni una moneda. Me da pena por ti. Realmente quiero ayudarte, pero sólo tengo dinero para pagar un dumpling". Todo el mundo en la aldea se avergonzó al escucharlas palabras del joven.
"¡Ja, ja! Te encontré al fin. Tú eres la persona adecuada para ser mi alumno. Soy el dios de la montaña tras la aldea..."
Todo el mundo se dio cuenta entonces que el anciano era realmente el dios de la montaña. Para encontrar un alumno digno y bueno, el dios de la montaña se había disfrazado de anciano senil para probar el corazón de la gente. Sus dumplings no eran de verdad, sino que estaban hecho de barro arrancado de la montaña.
Después de que los aldeanos escuchasen la explicación del dios de la montaña, corrieron a mirar los dumplings que quedaban. Sin embargo, todo lo que pudieron ver fue un monton de lodo. Cuando se giraron a mirar la montaña vieron que le faltaba una mitad.
El dios de la montaña llevó con él al generoso joven y se preparó para enseñarle toda su magia.
Respecto a los aldeanos, se sintieron realmente disgustados por haberse comido todo el barro y desearon poder vomitarlo. Se arripintieron de sus acciones y se maldijeron por haber sido tan avariciosos.
Después de esto, los aldeanos llamaron a la montaña Ban Pin Shan.
¡Precioso!
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