jueves, 17 de febrero de 2011

Los cortos de los Goya: Una caja de botones y La bruxa

Qué queréis que os diga: han sido semanas pensando el próximo jueves tengo que hacer una entrada con los cortos cadidatos a los Goya. Pero por una cosa o por otra no encontraba el momento de terminar de verlos. Hasta que, como no podía ser de otra forma, se me echó la gala encima. Podía haber dicho que estaba esperando a saber quienes eran los ganadores, que como dice mi santa uno de mis problemas es que a veces me pierde la sinceridad y la forma de decir las cosas. Pero, reconozcámoslo, es que no tenía hechos los deberes.

Sólo he visto los de ficción y animación (salvo uno); a pesar de lo que me gustan los cortos, los documentales en este formato no me resultan atrativos (y ya me cuesta a veces encontrar el tiempo para ver los otros). He incluido los vídeos de los ganadores, al resto podéis acceder pinchando en el nombre del corto.

Ficción:
  • Adiós papá, adiós mamá (2010), de Luis Soravilla: ¿Qué sucede cuando el niño crece y empieza a necesitar su espacio? La única comedia en una edición bastante dramática. Simpático. Me han gustado mucho las interpretaciones de los padres.
  • El orden de las cosas (2010), de César Esteban Alenda y José Esteban Alenda: A su favor que se aproxima al tema de la violencia en la pareja desde una perspectiva original. En su contra que a pesar de ello es un tema que se ha tratado mucho últimamente y acaba haciéndose largo.
  • Zumo de limón (2010), de Jorge Muriel: Mi favorito. Vejez y soledad con una gran actuación de Sélica Torcal.
  • Una caja de botones (2010), de Maria Reyes Arias González: El ganador de esta edición de los Goya al mejor corto de ficción. Un corto muy apropiado para estos tiempos de crisis. Una mirada a esas familias que tienen que vivir con lo justo a través de los ojos de una niña. Me ha gustado mucho la actuación de Antonio de la Torre como el padre, aunque el corto me ha parecido sensiblero a ratos.





Animación: Al falta de ver Exlibris, yo este año hubiera dejado el premio desierto, más aún después del listón tan alto que dejaron el año pasado Alma y La dama y la Muerte.
  • Exlibris (2009), de María Trénor: Sólo he encontrado el trailer, que podéis ver pinchando en el nombre.
  • La torre del tiempo (2010), de José Luis Quirós: Aventuras fantásticas con pinta de introducción de un videojuego. Personajes  inexpresivos y un guión que suena a ya visto.
  • Vicenta (2010), de Sam: La animación más trabajada de las tres, pero se hace un poco largo y está lastrado, sobre todo, por unas voces muy monótonas (incluyendo a Santiago Segura como el marido) que contribuyen a que el corto ande falto de ritmo.
  • La bruxa (2010), de Pedro Solís: El ganador al mejor corto de animación es un corto simpático, pero poco más. No está mal, pero me parece poca cosa para ser el mejor corto español del año.

miércoles, 16 de febrero de 2011

La única hazaña

Un soberano que se aburría pidió que le buscaran a alguien capaz de una hazaña que sólo él pudiera llevar a cabo.

Sus emisarios buscaron mucho tiempo antes de encontrar a un hombre que podía lanzar un hilo y, a distancia, hacerlo pasar por el ojo de un aguja. Se trataba de una proeza inimaginable que el hombre realizó varias veces en presencia del soberano y de toda la corte.

El rey le dijo a su primer ministro que se le dieran a aquel hombre cien monedas de oro y cien bastonazos.

-¿Por qué cien bastonazos? -preguntó el hombre.

-Las cien monedas de oro recompensan tu hazaña -le dijo el rey- porque, en efecto, nadie en el mundo puede imitarte. Los cien bastonazos que vas a recibir son el castigo por haber perdido tanto tiempo en semejante tontería.

FIN

Lo cuenta Jean-Claude Carriére en El segundo círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero.

lunes, 14 de febrero de 2011

Criando malvas, la muerte en tonos pastel

Anoche puse la tele (para encender el disco duro, no penséis mal), y me encontré de frente con Olive Snook, la pizpireta camarera de The Pie Hole. Para aquellos a los que todo esto os suene a chino, os diré que estoy hablando de Criando malvas (Pushing Daisies), una serie estadounidense que estuvo en el aire durante dos temporadas entre 2007 y 2009.

Criando malvas parte de una premisa muy original (y aquí os voy a reventar la mitad del primer capítulo): su protagonista, Ned, es capaz de devolverle la vida a los muertos sólo con tocarlos. Pero si una vez revividos los toca de nuevo vuelven a fallecer, esa vez para siempre. Un poder que debe utilizarse con cuidado, porque si pasa un minuto sin volver a tocar al resucitado, la muerte se lleva a otra persona en su lugar. El único en conocer su secreto es un detective al que ayuda en sus casos permitiendo que interrogue a las víctimas de asesinato. Durante un minuto, claro.

Todo se complica cuando en una de sus investigaciones descubre el cadáver del amor de su infancia. Ned no puede evitar revivirla, y ambos se enamoran de nuevo. Pero es difícil mantener una relación cuando el más leve roce puede llevar a tu amor a criar malvas.

Cuando mi amiga (y gran seriéfila) Isa me la recomendó le expresé mis dudas de que con un comienzo tan fuerte como ese la serie aguantara más allá del piloto. Pero le di un voto de confianza y me lancé a verla. Y me encontré con una serie divertida, tierna, que mezclaba romanticismo y humor negro, humor y misterio, con una estupenda ambientación con cierto aire retro y tonos pastel (amén de muchos pasteles).

La primera temporada se redujo a nueve capítulos de los veintidós previstos debido a la huelga de guionistas de 2007. Nueve episodios en los que uno se va encariñando con los personajes y le hacen tener ganas de continuar con la segunda.

Desgraciadamente la serie naufraga en su segunda temporada. Intentando no quedarse estancados, los guionistas recurren a nuevas tramas al tiempo que dan más peso a algunos personajes secundarios. Pero la serie se apoya demasiado en la relación entre pareja protagonista y en una situación que no aguanta más estirones. Las tramas se vuelven repetitivas y las historias que deberían servir para dar una cierta continuidad aparecen y desaparecen sin ton ni son, confundiendo al espectador que no sabe hacia dónde se dirige la serie.

A pesar de todo, Criando malvas es una serie original y entretenida que merece la pena ver, aunque sólo sean sus primeros capítulos.

sábado, 12 de febrero de 2011

Malos tiempos

Me acuerdo de cuando ser pobre era algo muy especializado. Ahora está al alcance de todos...

Leído en Cerebus: Alta sociedad, de Dave Sim.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...