lunes, 22 de marzo de 2010

First Day Of My Life - Bright Eyes

Hoy una recomendación traída de Telegraph Blog. Una hermosa canción de los estadounidenses Bright Eyes. Podéis encontrar la letra aquí y su discografía en Spotify.

domingo, 21 de marzo de 2010

Mesías

Una vez vivía un pueblo en el lecho de un gran río cristalino. La corriente del río se deslizaba silenciosamente sobre todos sus habitantes: jóvenes y ancianos, ricos y pobres, buenos y malos, y la corriente seguía su camino, ajeno a todo lo que no fuera su propia esencia de cristal.

Cada criatura se aferraba como podía a las ramitas y rocas del lecho del río, porque su modo de vida consistía en aferrarse y porque desde la cuna todos habían aprendido a resistir a la corriente.

Pero al fin una criatura dijo: "Estoy harta de asirme. Aunque no lo veo con mis ojos, confío en que la corriente sepa hacia dónde va. Me soltaré y dejaré que me lleve adonde quiera. Si continúo inmovilizada, me moriré de hastío".

Las otras criaturas rieron y exclamaron: "¡Necia! ¡Suéltate y la corriente que veneras te arrojará, revolcada y hecha pedazos, contra las rocas y morirás más rápidamente que de hastío!"

Pero la que había hablado en primer término no les hizo caso, y después de inhalar profundamente se soltó; inmediatamente la corriente la revolcó y la lanzó contra las rocas.

Mas la criatura se empecinó en no volver a aferrarse y entonces la corriente la alzó del fondo y ella no volvió a magullarse ni a lastimarse.

Y las criaturas que se hallaban aguas abajo, que no la conocían, clamaron: "¡Ved el milagro! ¡Una criatura como nosotras y sin embargo, vuela! ¡Ved al Mesías, que ha venido a salvarnos a todas!"

Y la que había sido arrastrada por la corriente respondió: "¡No soy más mesías que vosotras. El río se complace en alzarnos, con la condición de que nos atrevamos a soltarnos. Nuestra verdadera tarea es este viaje, esta aventura".

Pero seguían gritando, aún más alto:"¡Salvador!", sin dejar de aferrarse a las rocas. Y cuando volvieron a levantar la vista, había desaparecido y se quedaron solas, tejiendo leyendas acerca de un Salvador.

Richard Bach

viernes, 19 de marzo de 2010

Investidura accidentada

En 1159 el emperador Federico Barbarroja se haya en lucha por recuperar el control de las ciudades del norte de Italia, formalmente bajo su mando pero virtualmente independientes, que se agruparían posteriormente para oponerse a él bajo la Liga Lombarda. Ese año fallece el papa Adriano IV y se plantea la elección de su sucesor. Federico es consciente de la importancia de contar con un papa afín, pero...

"...tenía la seguridad de que el candidato con más probabilidades era con mucho el cardenal Rolando Bandinelli que, al igual que Adriano, se oponía firmemente a sus pretensiones. No se sabe con certeza hasta qué punto fue responsable de lo que vino a continuación; lo único que podemos decir es que la investidura que se celebró dos días después de la elección de Rolando en San Pedro el 7 de septiembre fue la más indignamente grotesca de la historia del papado. Se presentó el manto escarlata del papado y el nuevo papa, después de la tradicional muestra de renuencia, inclinó la cabeza para recibirlo. En ese momento el cardenal Octaviano de Santa Cecilia se lanzó rápidamente sobre Rolando, arrebató el manto y trató de vestírselo él mismo. Se produjo un tira y afloja, durante el cual lo volvió a perder, pero su capellán apareció al instante con otro -que se supone estaba previsto para la ocasión- que Octaviano consiguió ponerse este vez, pero desafortunadamente con la parte de atrás hacia adelante, antes de que nadie pudiera deternerlo.

La escena de confusión que siguió resulta creíble a duras penas. Librándose de los furiosos partidarios de Rolando, que trataban de arrancarle el manto a la fuerza, Octaviano -cuyos denodados esfuerzos para recolocarlo sólo habían conseguido envolver los flecos enmarañados alrededor del cuello- se dirigió a la carrera hacia el trono papal, se sentó en él y se proclamó a sí mismo con el nombre de Víctor IV. luego avanzó por la basílica hasta encontrarse con un grupo de clérigos menores, a los que ordenó que lo aclamasen. Éstos, viendo que las puertas se abrían violentamente y que una banda de asesinos armados entraba en la iglesia, obedecieron sin rechistar. Por el momento al menos, se había silenciado a la oposición; Rolando y sus partidarios se escabulleron mientras podían y buscaron refugio en la torre fortificada de San Pedro. Entretanto, bajo la vigilancia de los asesinos, Octaviano fue entronizado de una manera un poco más formal que en la ocasión anterior y escoltado en triunfo hasta Letrán, después de haber tenido algunos incovenientes, según se dice, para ajustarse la vestimenta antes de salir."

El texto entrecomillado es de El Mediterráneo, un mar de encuentros y conflictos entre civilizaciones, de John Julius Norwich.

miércoles, 17 de marzo de 2010

El último hombre

El último hombre sobre la Tierra está sentado a solas en una habitación. Llaman a la puerta.

Fredric Brown

lunes, 15 de marzo de 2010

Deadwood, una mirada diferente al salvaje oeste

Deadwood es una ciudad de Dakota del Sur, con una población de 1282 habitantes en 2006, surgida en pleno territorio indio a finales del S. XIX por aventureros en busca del oro de las Black Hills. Pero Deadwood también es una serie de televisión de HBO basada en los acontecimientos que sucedieron en esta ciudad en el momento de su incorporación a los EEUU, en una época en la que tenía "un promedio de una muerte al día y que un 90% de las mujeres locales eran prostitutas". De hecho casi todos los personajes que aparecen en la serie se corresponden con personajes reales de la historia de Deadwood.


Deadwood sólo conoció tres temporadas (2004-2006) antes de su cancelación, en las que le dio tiempo a ganar el favor de la crítica, junto con ocho premios Emmy y un Globo de Oro. Era una de esas series que dan sentido a la frase de que el mejor cine actual se hace en la televisión. Todo en ella estaba cuidado al detalle: un guión trabajado, estupendos actores y un sensacional trabajo de ambientación. Deadwood te hace sentir realmente en medio de una ciudad de frontera, donde todo es sucio, desde el lodo que cubre las calles hasta el alma de sus habitantes. Y fue precisamente esto lo que precipitó su fin: todo estaba tan bien cuidado que la serie resultaba demasiado cara.
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