domingo, 13 de septiembre de 2009

Descendientes de Hitler

Estoy todavía alucinando con la noticia que acabo de leer en la edición digital de El Mundo. Con título La familia viva de Hitler, el artículo empieza con los siguientes párrafos:
"Un funcionario de aduanas y un periodista han logrado descifrar en Bélgica el ADN de Adolf Hitler, un secreto nunca antes revelado que ahora permite identificar genéticamente a cualquier familiar del dictador alemán.
Desenmarañando su árbol genealógico, analizando colillas de cigarro olvidadas en un pueblecito de la Baja Austria, una servilleta de papel usada en un fast food de Nueva York o los sellos de cartas enviadas hace más de 30 años desde el norte de Francia, Marc Vermeeren y Jean-Paul Mulders ya han dado con 39 parientes del Führer vivos."

Luego hablan de tres bisnietos del dictador residentes en EEUU, los cuales "No responden si alguien llama a la puerta y evitan cualquier confrontación con su pasado. Se han puesto de acuerdo en no tener hijos para extinguir la saga de los Hitler y dejar de vivir con miedo" (las negritas son del texto original).

Pues bueno, los dos esforzados "investigadores" han rastreado a estos descendientes, llegando a "esperar siete días y siete noches bajo una tormenta de nieve" para obtener una servilleta manchada de saliva que permitiera realizar una prueba de ADN.

Y entre tanto dan los nombres y ciudad de residencia de estas mismas personas que dicen vivir con miedo. Después de leerlo sólo me queda una duda, ¿quiénes se supone que eran los descendientes de Hitler?

Cómo se ganan las guerras

"Ahora quiero que recordéis que no ha habido nunca ningún cabrón que haya ganado una guerra muriendo por su país. Las guerras se ganan haciendo que los otros putos cabrones mueran por su país."
Visto en El día D de Antony Beevor

sábado, 12 de septiembre de 2009

Dudosa moralidad

ELLA: Soy de dudosa moralidad, ¿sabes?
ÉL: ¿A qué llamas tú una dudosa moralidad?
ELLA: A dudar de la moralidad de los demás.

Visto en Hiroshima mom amour, de Marguerite Duras.

Caperucita y los 99 lobos

Es normal que un niño quiera cambiar un cuento a su capricho. Las opciones entonces son dejarse llevar por la imaginación del niño o, si uno no tiene la inspiración de su lado, intentar esquivar sus “mejoras” y ceñirse a la historia original. Claro que esto último lleva a veces a desarrollos algo absurdos. Por ejemplo, anoche empecé a contarle a mi hija de tres años Caperucita Roja y…
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