Zanahary ("el Creador" en la religión popular malgache) tenía tres hijos, que eran Ramasoandro ("sol"), Ravolana ("luna") y Rahona ("nubes"). Cuando se hicieron mayores de edad, Zanahary les dio a cada uno su parte de herencia. Y les dijo:
- Ramasoandro, eres el primogénito: te daré doce cebúes. Ravolana, mi hija preferida: te daré siete cebúes. Y para ti, mi hijo menor: tendrás derecho a un cebú. Cuidad de vuestra herencia, porque yo no estaré vivo eternamente, y tenéis que aprender a cuidar de vosotros mismos desde ahora.
Así que los tres cogieron sus cebúes y volvieron a su casa. Los años pasaron. Un día, Zanahary cayó enfermo y el mpimasy ("brujo adivino", "curandero") le dijo que su único remedio era la sangre de un cebú. Zanahary llamó a su consejero y envió a un mensajero a buscar un cebú a casa de Ramasoandro. Zanahary dijo:
- Ramasoandro tiene muchos cebúes; seguro que no le pasaría nada si me diera uno para salvarme la vida. Vete a casa de Ramasoandro y dile que necesito un cebú.
El mensajero se fue, pero cuando le hizo saber la razón de su visita a Ramasoandro, éste le contestó:
- Lo siento, pero no puedo darte ninguno de mis cebúes. ¿Por qué mi padre ha pensado enseguida en que yo podría dártelo, si somos tres hermanos? Vete a ver a mi hermana, ella te lo dará.
Y el mensajero se fue a casa de
Ravolana. Pero ésta le dijo:
- Mi hermano mayor tiene más cebúes que yo, porque nuestro padre le ha dado más. No puedo darte ninguno porque, como ves, tengo muchos hijos (se refiere a las estrellas). Así que, cuando me muera, quiero que tengan por lo menos un cebú cada uno. ¿Por qué no te vas a casa de Rahona? Estoy segura de que te lo concederá.
Entonces, el mensajero se fue a casa de Rahona, y le contó que su padre estaba enfermo, y que su único remedio era la sangre de un cebú. Ni siquiera tuvo tiempo para pedirle un cebú, porque Rahona inmediatamente le dijo:
- ¿Cuál es el problema? Ahora mismo te daré un cebú. Te acompañaré al palacio de mi padre y llevaremos el cebú con nosotros. No quiero que mi padre se muera.
Cuando llegaron al palacio de Zanahary, el mpimasy preparó el remedio, y el enfermo se curó. Entonces, Zanahary llamó a sus hijos y les dijo:
- Escúchame, Ramasoandro. Puse toda mi esperanza en ti cuando te di los doce cebúes; sin embargo, me has decepcionado profundamente. Has dado pruebas de egoísmo, y ésa no es una buena actitud. Ravolana, tú has dado pruebas de que eres una chica buena porque has pensado en el futuro de tus hijos, pero también has olvidado que soy tu padre y que me estaba muriendo. Rahona, me alegro de ver que no me has guardado rencor por haberte dado un solo cebú. A pesar de eso, has acudido a verme, y tu generosidad me ha salvado la vida. Así que, a partir de ahora, vosotros dos, Ramasoandro y Ravolana, tendréis que acatar y mostrar profundo respecto ante vuestro hermano menor, porque es un ser generoso y os ha superado en todo. Ramasoandro: brillarás sólo de día; Ravolana: brillarás sólo de noche con tus hijos. Pero cuando pase Rahona, os ocultará y no podréis brillar. Por más que brilléis, no podréis mostrar ninguna luz cuando vuestro hermano menor pase ante vosotros.
Por eso, el sol brilla sólo de día y la luna brilla sólo de noche; pero ninguno puede lucir cuando las nubes pasan por el cielo, puesto que ésa fue la voluntad de Zanahary.
FIN